Ser Diferente: Creer en nosotros mismos

Publicado en por Jorge Skrainka

El ser humano es intrincado y maravilloso al mismo tiempo. Por alguna causa, se desea pertenecer, pero al mismo tiempo se presiente que somos únicos, diferentes. En las etapas tempranas de nuestra vida tenemos la necesidad de ser aceptados, protegidos, de pertenecer a la familia, al cole, a los amigos. Pero nadie nos prepara para ser diferentes.

En la medida que se evoluciona, algo nos lleva a buscarnos a nosotros mismos, a volver a nuestra esencia, sea esta la que sea.

Hay algo de confusión y pocas señales confiables que seguir.

Nos hemos sentido “obligados” y “retados” a ser quienes quizás no somos. En el hogar, en la escuela, en nuestros círculos.

En general debemos parecernos a algo conocido, mejor si ese algo es acomodado, reconocido, respetado.

Una novia hermosa y comedida, una profesión aceptada, un empleo bien remunerado. Una casa propia y llena de artilugios electrónicos no estaría de más. No es malo, solo limitante.

Han tomado nuestra arcilla elemental y nos han moldeado a su imagen y semejanza en base a ideas y creencias previas que no son cuestionables para quien por primera vez se aventuran en ellas.

De pequeños no tenemos muchas cosas claras. Las personas del entorno han olvidado como las adquirieron, solo las transmiten.

Por un lado, el baño cultural es implacable y por el otro, un llamado interno y atractivo que dice que todo puede ser mejor, más auténtico, más nuestro. Que la felicidad existe en algún lado, que hay abundancia, que todo es posible.

Esta dualidad muchas veces termina produciendo personas insatisfechas, depresivas, tristes, incapaces de encontrar una salida digna a su dilema, posible raíz del divorcio temprano, del suicidio, del abandono.

Son seres humanos destinados a ser estudiantes, amigos, hermanos, esposos, empleados, directivos, políticos, militares, emprendedores, feligreses. Seguidores, herederos, cómplices, fanáticos.

Nada es más importante para un ser humano que el entorno en la infancia. Algunos investigadores apuntan a los primeros 7 años de existencia como cruciales para el pleno desarrollo.

La limitación viene dada por la carencia de estímulos adecuados para crecer conscientemente y aventurarse luego en lo desconocido, en lo diferente, en lo importante.

Es más fácil comprometerse con ideas ajenas que con las propias. Al final esto se refleja en los países, en las regiones, en los colectivos. Para bien o para mal.

Felicidad

Etiquetado en Psicología

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